7 poemas de Poemas del hambre y su perro.
Y éramos tan jóvenes
tan descarada
instintivamente
que el olor del mar
era el aroma del pan
y de las sábanas
y nos reíamos
en la punta de los pies
por las rocas y la arena
como la misma arena
desnudada por el viento.
Tanto
que al caer agotados y dormir
soñábamos que jamás
nos marcharíamos
que jamás nadie repetiría
con nosotros
la expulsión del paraíso.
Sobre la madera del pasillo
la luz puede ser llamada reflejo
y en el rincón de la escalera, sombra.
En la superficie de la página escrita
el grito de quien despierta en la cocina
puede ser reducido a una interjección.
Ante los ojos todo puede llamarse de otro modo.
¿En qué ventana canta la muchacha?
¿En qué pasillo resuena el portazo?
Los desocupados resuelven crucigramas
entre mirlos, dubbeltjes y vapor de cerveza
mientras los niños juegan a matarse
en turco, castellano, holandés.
Escena y escenario
en la luz pálida del mediodía
una sola y la misma cosa.
Derrumbado a su propia vera
mira el hombre la casa
que han levantado sus manos
y no lo cubre ni lo refleja.
En una jaula puso el canto
y en una página su amor profundo.
Nada
nunca en su lugar.
La música
en la bóveda interior del ciego
se expande hasta los límites del sonido.
La sombra y la melodía
se rozan en un instante
de acordeón y ojos vacíos.
Luz y Silencio.
(variación)
En el roce de las bocas podría
dar su latigazo, la eternidad.
¿Pero qué voy a hacer cuando
te busque y tu deseo sea otro?
¿Y qué harás cuando me necesites
y mi necesidad no sepa de qué hablas?
Ah sí, la eternidad
en la punta de la lengua.
(variación)
El paraíso está en el rellano
de la escalera, lo dejaste
tú ahí esta mañana bajando
a desayunar en camiseta.
Fue la primera luz del día
cruzando la niebla y el ventanal
para encender tu pelo revuelto
el rumor de tus pies en la madera,
tu bostezo de asalariada
camino a la cocina.