RICARDO CUADROS: ¿QUÉ TAN HOLANDÉS PUEDE SER EL CASTELLANO?

Poesiekrant Nr. 5, jaargang 17. Sept-Oct 1993.

Lieve Behiels.

¿Qué sucede con el holandés en el poema “El Jordaan”, en donde te encuentras con la estrofa tussen merels, dubbeltjes en bierwalm (“entre mirlos, dubbeltjes y vapor de cerveza”)? El lector que lee la versión en castellano siente la extrañeza de inmediato, por la palabra dubbeltjes [monedas de diez centavos de florín]. En la traducción al holandés no hay nada de qué extrañarse.

El poemario contiene treinta y siete poemas en castellano, más las traducciones de Henno Brandsma y René  Moerland. La versión holandesa es el resultado de un intenso trabajo conjunto entre el autor y los  traductores, experiencia que la  mayoría de los autores y traductores sólo pueden llegar a soñar.

El tono del título – “Poemas del hambre y su perro”, Gedichten van de honger en zijn hond - se vuelve a encontrar en el poema “Metrópoli”, de sólo tres líneas: “Perro que no sacia jamás su hambre/ Hambre que cela y cuida de su perro/ Territorio del equilibrio terrible”. En este poemario, los grandes sentimientos se mantienen a raya gracias a la sobriedad de la expresión, en poemas cortos, algunos de ellos muy cortos. Nada de avalancha latinoamericana de palabras, nada de frases ampulosas, nada de exotismo. Nada de “color local”. Apenas un poquito de nostalgia. La pasión del poeta, los sentimientos de soledad, pérdida y fracaso, son expresados en estrofas sobrias. Los poemas son cautelosos, serios, distantes, con apenas algunos rasgos de ironía. Casi nunca se abandona el tono menor. El lector no encontrará imágenes que lo conmocionen, aun cuando en “Un sueño” y en “Línea del Ecuador” haya algo de eso.

Los poemas interpretan la visión de un observador que se cuestiona a sí mismo permanentemente. Alguien que se ubica a un costado de los acontecimientos, pero también se deja tocar por ellos. Por ejemplo en el poema “Historia”, en el cual, considerando la experiencia vital del escritor, uno puede preguntarse si su manera de percibir y ordenar los fenómenos no responderá a que observa la vida holandesa desde un punto de vista muy distinto al nuestro.

La extrañeza como tema, incluso como aproximación a la escritura misma, es lo que hace interesante a la poesía de Ricardo Cuadros. En los poemas “Raza” y “La bailarina”, por ejemplo, logra poner en movimiento la imaginación del lector. “El nombre de las cosas” es en mi opinión uno de los poemas más logrados del libro. Seguiremos con interés la evolución de este poeta chileno en aguas holandesas.

Lieve Behiels.