ENTREVISTA CON RICARDO CUADROS

Edmundo Magaña, Amsterdam, 1993.

En tu novela Orientación de Celva hay dos personajes principales, Ramiro Celva y Ramón Cáceres: ¿cuál es la diferencia entre ellos?

¿La diferencia? Bueno, hay más de una. Cáceres tiene entre veinticinco y veintiséis años y sus antecedentes familiares y culturales no pasan por la literatura o por el arte. En cambio, lo que se sabe de Ramiro Celva es que es un hombre extremadamente cultivado, que tiene una carrera académica, que sabe mucho de literatura y que, según él mismo, es el autor de la novela. Celva tiene alrededor de cincuenta años.

Ramiro Celva escribe una novela autobiográfica sobre un personaje llamado Ramón Cáceres.

Cuando al inicio de la novela Celva es atacado por las siete enanas, que son como la voz de su conciencia, la orden de ellas es: 'Déjate de inventar cuentos y vive tu propia vida'. Esta me parece que es una disyuntiva clave para un escritor, es decir, o vives tu propia vida, que es una forma de hacer una novela en la página en blanco de los días de tu propia vida, o escribes una novela, buscas personajes vicarios de manera que ellos vivan las cosas que tú no has sido capaz de vivir.

Es decir, no sabes si la novela de Ramiro Celva es autobiográfica o no.

Eso habría que preguntárselo a él. Probablemente respondería con el cliché del embozamiento novelesco, el de Flaubert: diría ‘Cáceres c’est moi’.

¿Hasta qué punto es la novela de Ricardo Cuadros sobre Ramiro Celva sobre Ramón Cáceres autobiográfica?

Mi propia novela, la que escribo en la página de los días de mi existencia, es autobiográfica. La que escribí y se titula Orientación de Celva no es autobiográfica de manera directa: hay necesariamente elementos autobiográficos en ella pero mi existencia, la de Ricardo Cuadros, es una novela aparte, una que nadie va a firmar y que terminará en el instante de mi muerte. Digamos que el personaje que está hablando aquí contigo es independiente de Ramiro Celva y de Ramón Cáceres, pero en Cáceres hay bastante de Cuadros: yo me parezco, físicamente hablando, más a Cáceres que a Celva. En cuanto a  ideas, sobre la literatura y el mundo, estoy más cerca de Celva.

¿Cuál de los dos te cae mejor?

A mí me cae mejor... Eh. Es que el caer bien o mal es una cosa tan... Es decir, los conozco tan bien a los dos que no alcanzo a pensar que uno me cae mejor que el otro. Tengo una relación con ambos extremadamente distante, crítica, irónica, como las relaciones que tengo con casi todo el mundo. A mí, en general, la gente no me cae bien. Y cuando alguien me cae bien, levanto la guardia.

¿La gente te cae normalmente mal?

No necesariamente mal, pero cuando la gente me cae mal me siento más cómodo, más cómodo que cuando me cae bien. En el fondo es puro sentimentalismo. Cuando la gente te cae mal tiene la oportunidad de reivindicarse y quizá te llegue a caer bien. Pero al revés es muy triste, que te caigan bien y que termines detestándolos.

Siempre tienes una razón sentimental para que la gente te caiga bien o mal.

Claro, pero los personajes de una novela, con los que has trabajado tanto tiempo, ya los conoces y no te pueden caer ni bien ni mal.

LA PREGUNTA POR EL ORIGEN

En la novela hay todo un capítulo de cartas de Ramón Cáceres a su mamá. En la primera le cuenta un sueño en el que ella está siendo penetrada por un tipo y le dice que piensa que fue concebido en ese momento. Hay un cierto reproche. Al parecer Cáceres no se siente bien porque no sabe si fue o no un hijo deseado.

Creo que es una pregunta que no por casualidad aparece al principio de la novela. Se trata del origen. Cáceres, Ramón, se está preguntando por su concepción, que es una forma de preguntarse sobre el origen. ¿Cómo vine a dar a la tierra?

¿Pero cómo podría llegar a saber, sin rastro de dudas, quién fue su madre?

Me acuerdo de la historia de Jack Nicholson, el actor, que descubrió ya adulto que la que creía su hermana mayor era en realidad su madre, y que la mujer que siempre consideró como su madre era su abuela. Conozco gente que sabe, digamos a ciencia cierta, quién fue su mamá, pero me parece más interesante indagar en casos menos transparentes. Lo de Cáceres no es tan radical como no saber quién fue su mamá, no: lo que se pregunta es si fue o no un hijo deseado.

¿Por qué es tan importante para él saber si fue o no un hijo deseado?

No creo que sea tan importante. Ramón se hace todo tipo de preguntas existenciales. Después de partir de Chile, cuando vive en Amsterdam, deja de pensar en el asunto del origen maternal, no lo preocupa más. Por eso me interesaba poner la relación con su madre, que es muy ambigua, al comienzo de la novela, porque él también quiere desprenderse de su mamá. Y cuando tiene las experiencias fundamentales, la iniciación en la amistad y el trabajo, el amor y la bisexualidad, ya está lejos de la mamá, ya ha cortado con ella.

Cáceres admiró mucho a su padre adoptivo, Yoyo, que terminó siendo un detenido desaparecido. Incluso en Amsterdam se descubre imitando su manera de caminar. ¿Quería quizás ocupar su lugar, transformarse en el hombre de su madre?

Creo que en Cáceres hay ahí un rasgo edipiano digamos atípico, pero bastante coherente: no se manifiesta en la idea de destruir al padre sino en imitarlo, que es otro modo de llegar a ser el hombre de su madre, sí.

¿Hay paralelos entre Cáceres y tú?

Por supuesto que los hay, pero se trata de laberintos paralelos: las relaciones familiares de Cáceres son distintas de las mías y mi exilio también es distinto. Ramón Cáceres es un personaje paralelo a Ricardo Cuadros, tal como lo es Ramiro Celva. En general mis fantasmagorías edipianas son distintas de las de mis personajes, creo.

La figura del padre está menos tratada en la novela.

Sí, no hay muchas páginas dedicadas a la paternidad, sin embargo la figura del padre es fundamental en la novela, padre en el sentido de otorgador de origen, creador. Cáceres no lo sabe, pero el lector sí: su historia es obra de un tercero, Ramiro Celva. En una de las versiones no publicadas de la novela escribí un capítulo al estilo de Niebla de Unamuno. El personaje de Niebla, Augusto, va a la casa de autor y le dice: 'Oiga, ¡me contaron que usted me va a matar! Y Unamuno le responde: 'Bueno, mijo, a usted lo creé yo y tengo que matarlo, a mí me creó Dios y también me va a matar'. ¿Qué pasaría si Ramón Cáceres tomara conciencia de que es criatura literaria de un tal Ramiro Celva?

¿Cómo respondes esta pregunta, en ese capítulo que no está incluido en la novela?

Ramón y Ramiro se toman unas ginebras y salen en busca del verdadero autor, Ricardo Cuadros, para matarlo antes que él los mate a ellos... Otra novela.

Ha de ser genial darse cuenta de quién es tu verdadero padre.

En culturas monoteístas como la nuestra la mamá es carne, el padre es espíritu. Jesucristo es hijo de María pero su verdadero padre es Dios, no José. En la tradición judeo cristiana nuestro verdadero origen es espiritual y la carne, el cuerpo, representa la caída del espíritu en la materia, la caída desde lo eterno a lo corruptible, del paraíso a este valle de lágrimas. La mamá está cerca de lo animal, el papá es el Gran Espíritu, por lo tanto imposible de conocer con nuestras pobres capacidades. Nicanor Parra lo dijo en verso: somos un embutido de ángel y bestia. Perversión ontológica pura ¿no?

ESCRIBIR ES HACER LITERATURA

Ramiro Celva escribe la novela en la isla de Bonaire.

Es chileno, vivió en Venezuela y está en Bonaire. Termina la novela, se la deja a su mujer y se va como nos vamos algunas veces, que nos vamos y nadie sabe nunca más adónde nos fuimos. Así termina el libro primero de Orientación de Celva. Esta primera parte gira en torno a la figura del creador literario, que ha renunciado a su propia existencia para dar vida a otros, quiero decir vida literaria.

La novela está escrita en dos partes, presentadas como dos libros.

El libro segundo es la novela sobre Ramón Cáceres escrita por Celva. El exilio, la formación humana y social de Cáceres, su amistad con Henk Huisman y Abelardo Zambrano, la reescritura de la historia de Chile, sus amores y desamores, etcétera. Todo esto sucede en Amsterdam.

En el capítulo final reaparece Ramiro Celva, en una especie de orgía erótica y literaria con Ramón Cáceres, dos chicas irlandesas y una pareja como de vodevil .

El final es una especie de apoteosis, ¿no? Me costó tanto escribir esta novela, tantos años de aprendizaje y esfuerzo, que necesitaba un final operático, con toda la orquesta desatada, el director sudando a mares y los personajes envueltos en un evidente delirio.  

Creador y creado se reúnen finalmente...

Sí pero transfigurados. Esencialmente Celva y Cáceres siguen siendo los mismos, pero sus apariencias no coinciden con lo que sabíamos de ellos. Ramiro Celva ya no es el escritor riguroso y torturado de la isla de Bonaire sino un viejo excéntrico y Cáceres ha asumido la identidad de Charles Kettek, personaje de la novelita que acaba de traducir. A su vez las irlandesas son dos personajes secundarios del Ulises de Joyce y el señor pequeño proviene de una novela o cuento, no recuerdo bien, de Antonio Skármeta. El final de Orientación de Celva  es pura literatura.

Edmundo Magaña.