Las Ultimas Noticias 19.09.1996.
Milton Aguilar.
Ricardo Cuadros, nacido en Concepción en 1955, ha publicado los poemarios Navegar el Silencio (1984) y Poemas del hambre y su perro (1993), ambos en edición bilingüe castellano-holandés, y la novela Orientación de Celva (1993). Ahora, con su Constelación del Monte nos presenta un libro que reúne varias virtudes esenciales: se lee y disfruta como una novela, pero está construido como un conjunto de relatos; presenta ante los ojos del lector una imagen atractiva y compleja de un personaje polimorfo, difícilmente captable, si no es porque todo gira alrededor de su presencia y sus sucesivas ausencias y, sobre todo, despierta el gusto y el interés por acercarse a su obra literaria.
El eje central que predomina en este libro es la reconstrucción de la vida de Max del Monte, un académico atormentado, con rasgos de escritor, “lugar vacío que cualquiera pude llenar con sus propios deseos y engendros”, desde el punto de vista del padre (que es el mismo protagonista), de un amigo, de la madre y del hijo. Cada visión da forma a los capítulos en que se divide la narración, pero, a la vez, representan grandes espacios narrativos y metarreflexivos donde se intercalan varios cuentos, - destaca “La peregrina”, que une la tradición pagana con la cristiana -, verdaderas estrellas fijas que representan más o menos una figura.
Así, nos encontramos con una serie de textos que tienen un valor independiente y que, al mismo tiempo, son partes de una unidad absoluta que es la novela. De ahí que la ambigüedad se constituya en una marca textual permanente, porque la fusión de escritura y realidad se refleja en una concepción de que la ficción ordena lo real. El narrador, aunque lo sabe todo, dosifica la información sin mezquindad ni engaños de ilusionista; anticipa acontecimientos, sugiere, explícita o veladamente invoca sentidos de propensión axiológica y, a veces, tuteando al lector asiste al desarrollo de la historia.
Quizás la soledad sea el motivo central de la novela; la necesidad de afecto, el horror a la vida y a la muerte, la violencia, la dolorosa pérdida de la niñez, la presencia obsesiva de la sangre, el dolor y el desgaste del cuerpo, la conflictiva relación con la imagen del hijo, la exigencia de dependencia y la afirmación de independencia son temas que están presentes en el ambiente en que se mueven los personajes, cuyo único alimento es el fracaso y, muchas veces, una imposible ternura. Ricardo Cuadros ha construido una novela que posee sin duda valores estimables, huye de lo inútil, desprecia lo accesorio y busca lo esencial, aquello que no precisa ser “comprendido” porque todos nosotros comprendemos. Incluso puede ser hasta riesgoso leerlo, pero vale la pena correr el riesgo.
Milton Aguilar.